¿Cómo saber la calidad del agua de nuestro grifo?
Conocer la calidad del agua del grifo que obtenemos en nuestra vivienda o equivalente es un aspecto fundamental por diversos motivos. Además de porque incide sobre la potabilidad, porque afecta al estado de todas las piezas que entran en contacto con ella. Te contamos cómo hacer una valoración y su importancia.
Por qué debemos conocer cuál es la calidad del agua del grifo
La calidad del agua del grifo puede decirse que incide sobre cuatro aspectos diferenciados, que son su potabilidad y los tratamientos químicos que puedan utilizarse para ello, el estado y mantenimiento de las tuberías por las que circula, los depósitos y cisternas, así como la propia grifería y la dureza que tiene el agua.
Cuando hablamos de la calidad o la dureza del agua se hace referencia a la cantidad de sales de calcio y magnesio que contiene, así como a las bacterias y otras impurezas. Cuanto mayor sean dichas sales, es decir la cal, peor será el sabor y mayores serán también los problemas que puedan presentarse asociados a ella.
Tanto la composición como las propiedades del agua son variables, pero por norma general se clasifican atendiendo al grado de concentración de los carbonatos. De este modo, distinguimos entre aguas muy duras, duras, intermedias y aguas blandas o muy blandas. Hay otros minerales pueden incidir también en la dureza, pero lo hacen en menor medida.
Existen diferentes sistemas que pueden instalarse para su tratamiento, como los descalcificadores o los equipos de calidad del agua. No obstante, para elegir el adecuado, antes es necesario realizar un análisis del agua, que bien puede realizarse con instrumentos específicos o a través de varios remedios caseros.
En cualquier caso, la dureza viene determinada por zonas geográficas, como podemos ver en este enlace. Algunas regiones, como por ejemplo el este de la península, contienen un nivel de cal más elevado, por lo que se trata de aguas de gran dureza. Sin embargo, si nos dirigimos hacia el oeste, sobre todo en el norte, el agua se vuelve más blanda
Cómo valorar la calidad del agua
Si queremos valorar la calidad del agua en nuestra vivienda y no queremos contactar a profesionales para que vengan a realizar una prueba, podemos seguir diversos consejos caseros que nos servirán para detectar el grado de dureza. Conocerla es de vital importancia, ya que es la responsable de numerosas averías en las instalaciones sanitarias y en los electrodomésticos, válvulas y tuberías.
Observa un vaso de cristal transparente con agua
Si tenemos un vaso de cristal transparente en casa, que es lo más probable, podemos llenarlo con agua y ponerlo a contraluz para observar lo que sucede. Cuando el agua está completamente limpia, la calidad inicialmente parece buena. Pero si por el contrario observamos diminutas partículas de color blanquecino u oscuras que flotan o que se acumulan en el fondo del vaso, nuestra opción será la de optar por algún equipo que la filtre.
Otra forma de valorar la calidad es oliéndola. El agua pura no tiene olor, es decir, que es inodora. Pero si notamos un olor a cloro, a lejía o cualquiera que nos resulte desagradable, es también un indicador de que no es apta para el consumo directo y que además podrá causarnos problemas. Los olores químicos indican que ha sido sometida a un proceso intenso de potabilización, mientras que aquellos que nos recuerdan a un huevo en mal estado indican que puede haber moho o sulfuro dentro de las tuberías o de la cisterna.
Agua con azúcar
La segunda opción para conocer la calidad del agua es la de poner agua con azúcar en un vaso. De nuevo, llenamos uno transparente y le añadimos una cucharada sopera de azúcar, y dejaremos que repose durante un día completo. Una vez transcurridas 24 horas, si el agua se muestra blanquecina indica que su calidad y pureza no son buenas. Por lo tanto, habrá que tomar medidas con la instalación de sistemas de filtrado. Lo ideal es que el azúcar se haya disuelto por completo y el agua siga transparente.
Utiliza kits específicos
Si preferimos optar por sistemas más sofisticados que nos den además detalles más precisos, podemos adquirir kits específicos para el análisis profundo. Pueden encontrarse en ferreterías y su precio es muy variable; todo depende del nivel de precisión que deseemos obtener. Además de la dureza específica del agua, conoceremos la cantidad de minerales, como el cloro y los nitratos a través de un proceso sencillo.
Cómo afecta la dureza del agua
La dureza del agua no debe percibirse siempre como un inconveniente, ya que el hecho de contener minerales también repercute de forma positiva sobre nuestra salud. El problema está en los niveles elevados, no solo porque es perjudicial para las personas con problemas renales, sino por los relativos al mantenimiento de las cañerías y demás piezas.
Cuando la calidad del agua es baja, se producen depósitos de cal que dan lugar a incrustaciones dentro de los conductos, y que terminan causando una obstrucción, así como una pérdida de presión.
Aunque a temperatura ambiente ya representan un problema grave, cuando la temperatura aumenta se agrava. De ahí que las piezas de grifería y los electrodomésticos se vean enormemente afectados por ello. Las primeras pueden sustituirse con mayor facilidad, pero cuando se trata de tuberías, el problema presenta una complejidad mucho más elevada.
La pérdida de presión y de la cantidad de agua que sale por el grifo son los dos indicadores principales de que algo va mal. Pero también encontramos daños que no son tan visibles, pero cuyas consecuencias se terminan notando. El cúmulo de cal en el interior de la caldera termina repercutiendo en el consumo, que no solo supone un gasto mayor para nuestro bolsillo, sino una pérdida de eficiencia energética.
¿Cómo puedes mejorar la calidad del agua del grifo?
Modificar la calidad del agua de tu grifería es imposible, puesto que, como hemos dicho, su concentración de cal viene determinada por la zona de residencia en la que habitas. Sin embargo, una cosa es el agua que te llegue hasta el grifo y otra la calidad que salga por este en el interior de tu vivienda. Y es ahí donde podemos marcar la diferencia. No obstante, debes saber que prácticamente el 100% del agua de grifo de nuestro país está testada, lo que significa que es apta para el consumo sin daños para la salud. El objetivo con estos sistemas es mejorar el sabor y eliminar al completo las impurezas que pudiera haber.
Por suerte, existen ya formas y mecanismos que permiten mejorar la calidad del agua que bebemos. Con ellos, no solo reducirás la cantidad de cal que viene de manera natural en ciertas zonas del país, sino que también te ahorrarás otros materiales como los sedimentos, la arena, los óxidos, el cloro, microorganismos y partículas tóxicas. A continuación, te dejamos algunos ejemplos.
Grifos para agua tratada
La primera opción es la de tratar el agua para reducir a cero la presencia de todos los elementos que hemos mencionado. Esto se puede conseguir cuando se utilizan los equipos de tratamiento del agua con los grifos de cocina para agua tratada, dado que son compatibles entre sí.
En Grifería Clever, contamos con equipos de ultrafiltración Pure, en el que el agua ingresa por la red de abastecimiento y va atravesando varios filtros a presión. El trabajo de estos es eliminar todos los sedimentos y demás partículas. El resultado es un agua que no solo no tiene olor ni sabor, sino que además no perjudica a la salud.
Grifería metal free
La grifería metal free es una posibilidad de la que dispones para conseguir mejorar la calidad del agua. Como se puede entrever por su nombre, la característica de estos grifos es la de impedir que ningún metal entre en contacto con el agua a lo largo de todo el circuito de filtración.
Gracias al sistema de purificación que viene incorporado dentro de aquel, el agua que se obtiene es de muy alta calidad. Pero además de no tener contacto con las piezas de metal, se eliminan todas las impurezas que pueda tener el agua, así como otras partículas que pudiera haber.
Este proceso depurado se consigue porque todas las piezas y conductos se encuentran aislados en el interior de la grifería, ya que están recubiertos con un plástico de polipropileno de alta calidad. Este cuenta además con una certificación NSF (National Sanitation Foundation), que es la que garantiza que no hay contaminación del agua por la presencia de metales como el cadmio o el plomo y que, de haberlos, son aptos para el uso alimentario.
Tratamiento de descalcificación
Los tratamientos de descalcificación son otro método interesante para conseguir que se vea incrementada la calidad del agua. Con este proceso, se reduce el exceso que haya de minerales como el calcio y el magnesio, que son los responsables de la cal, pero también del sabor en el agua.
Para conseguirlo, se usan resinas intercambiadoras de iones, que son las encargadas de eliminar los minerales mencionados y cambiarlos por sodio. Sus sales no quedan incrustadas en las tuberías, lo que permite mejorar su estado interno y alargar la vida útil de los electrodomésticos. Además, resulta beneficioso para nuestra salud.
Filtros de carbón activo
El carbón activo ha sido la opción que se vino utilizando durante años, antes de que aparecieran otros sistemas más eficaces como los que hemos mencionado. Se añade la ventaja de que son muy fáciles de usar, y el mejor ejemplo de estos son las jarras con un filtro en el interior que podemos encontrar ya en cualquier supermercado.
El carbón activo se presenta tanto en bloques como en granulado, pero en cualquier presentación, el resultado es el mismo. Los microorganismos se eliminan y, en algunos casos, también actúan contra el mercurio, el plomo y compuestos orgánicos volátiles que, como hemos visto, son perjudiciales para la salud. También se mejora el sabor del agua y desaparece cualquier aroma que pudiera tener.
Destiladores
Una opción para mejorar la calidad del agua con un mayor grado de complejidad son los destiladores. No obstante, la instalación es sencilla. El agua destilada es aquella que, aunque se presenta en estado líquido, se ha hervido para pasar completamente al gaseoso, y luego condensada para volver al original, pero en un recipiente separado. Con este proceso, se consiguen eliminar todas las impurezas, los restos de oxígeno y los minerales.